domingo, 27 de enero de 2019

Mitología uitoto, Vaupés III

La avispa cortó nuestra cola, la cola que la gente en un principio llevaba. Todos teníamos cola. Le cortó la cola a la rana y también a nosotros, que así nos convertimos en seres humanos. Finalmente se cansó de tanto cortar y a partir de ese momento los hombres que aún tenían cola se transformaron en micos churucos.

Mitología uitoto, Vaupés II

Entonces la esposa de Jitiruni repartió la yuca entre la gente. Se colocaron porciones de masa debajo de las axilas, así se cocía. ¿En qué otra cosa la iban a asar si no había fuego? Se la comían así. Toda la gente traía pedazos de la raíz. Entonces tejieron canastos. ¡Como se saciaba la gente! Al descubrir ese árbol dejaron de comer tierra.

Mitología uitoto, Vaupés I

Era la nada, no había cosa alguna. Allí el Padre palpaba lo imaginario, lo misterioso. No había nada. ¿Qué cosa habría? Naainuema, el Padre, en estado de trance, se concentró, buscaba dentro de sí mismo. Una vez controlada la nada, Naainuema creó el agua: transformó en agua la saliva de su boca.           
          Luego se sentó en esta parte del universo, que es muestra tierra, para crear el cielo: tomó una parte de esa tierra y con ella formó el cielo azul y las nubes blancas.

Desana, Vaupés II

El tigre era humano, era payé. Se vistió, se transformó en tigre y atacaba a los hombres, pero de otro clan. A las jóvenes, antes de la pubertad, las asustaba; les hacía caricias refregándolas con la cola. En una ocasión se encontró con un hombre. Cuando se disfrazaba de tigre, les advertía que lo llamasen con su nombre, para no matarlos por equivocación. Este hombre no lo llamó, entonces lo mató.

Desana, Vaupés I

El que enseñó a hacer zarcillos de cobre tenía unos moldes de greda amarilla. Cerca había un agua amarilla. Allá, sin que nadie lo pudiera observar, sacaba agua y la echaba en el molde; de allí sacaba muchos zarcillos. Eran de dos metales: blanco y amarillo. Era en los tiempos de la Hija del Sol. Luego llegaron los españoles y eso se acabó.

Barasana, Vaupés

Luna enamoraba a su hermana y cada noche iba a dormir con ella. La hermana creía que era otro hombre y se preguntaba quién sería. Una noche se mojó las manos en tinta negra y cuando vino el hombre le dio una palmada en la cara para pintarlo y poderlo descubrir al día siguiente. En el día conoció que era su propio hermano. Por eso Luna tiene muchas manchas negras pintadas.

Cubeo, Vaupés

En aquel tiempo el sol permanecía quieto, no había noche. La gente no descansaba y comía continuamente, los alimentos no rendían. Los Kawaiwa supieron que hacia donde sale el sol, allí sí había noche. Fueron hasta allá y el dueño del poder de la oscuridad les entregó la Caja de la Noche; al abrirla salieron murciélagos, el muchilero negro, el ave correo, los animales nocturnos, y la noche se regó por el mundo.

Uwa, Sierra Nevada del Cocuy II

¿Viejo, qué estás haciendo? Estoy poniendo peces en los ríos. Primero a Cangrejo y luego a todos los demás peces. Nadan corriente arriba desde el mar; echan una carrera río arriba. Ganan los grandes y fuertes, que se pueden quedar en los grandes ríos. Los pequeños, perdedores en la carrera, suben por los ríos más pequeños y por las quebradas.

Uwa, Sierra Nevada del Cocuy I

Baukara, del mundo húmedo, de los lagos de las tierras altas, está pensando; ella piensa en los mundos de abajo, del medio y de arriba. ¿Cómo hará para ubicar el mundo del agua, el mundo abuelo? Baukara se levanta, ella pone los lagos desde el Oeste hasta el Este, ella pone el alma. De estos lagos del mundo del medio, en las tierras altas, nacerán, después de la media noche, las plantas, los árboles y los animales.

Mitología guambiana, Cauca II

Dicen que una llovizna cayó y la laguna Ñimpi se puso grande. Vino un derrumbe y de allí bajó una niñita envuelta en un chumbe de colores. Como a los diez años sembraba plantas de oro y enseñó a cultivarlas; las cocinaba en canoas y en el fondo quedaba el oro en esferas que se derretían para hacer otras cosas. Por eso los antiguos podían amasar el oro.

Mitología guambiana, Cauca I

Srekollimisak es un anciano con las manos llenas de llagas y que usa un bordón de oro. Su trueno suena muy duro. La vara de Srekollimisak es de oro, lleva fuego en la punta y por eso puede lanzar el rayo. Con ella va a la laguna, mete la punta en el agua y así sale la lluvia a través del trueno.

Emberá-Chamí, Risaralda

Por los lados de Taibá vivía Porré. Era un animal que crecía muy alto y como culebra; era de oro y tenía barbas. Cuando tocaban un caracol, crecía para arriba, se oscurecía todo, había viento y tronera. Dos jaibanás tocaron la caracola, clavaron una hilera de lanzas en el piso y brujearon a Porré para que se durmiera. Cayó encima de las lanzas y se murió. De allí salieron las vetas de oro entre la tierra.

Ticuna, Amazonas

Todo comenzó en la rodilla del padre. Ésta se hinchó durante varios días; luego salieron todas las personas que poblaron el mundo. La rodilla era como un espejo. Los primeros grupos de personas venían con los diferentes instrumentos y materiales. Los de adelante portaban una caparazón de tortuga motelo; luego venía un grupo con un bocino de caña; otros hombres traían frutos de huito.

Wiwa, Sierra Nevada de Santa Marta

A ese Bungu, búho, lo nombraron como autoridad, lo nombraron como comisario. Tenía un banco grande en el medio del templo, y tenía su comunidad, su gente, sus pájaros. Por eso ahora cuando nombran una autoridad, un comisario, tiene siempre un banquito bien bueno, y lo mismo es el mamo.

Andoque, Caquetá III

El pájaro cucarachero le preguntó a Tomirepa: «¿Y ahora cómo nos vamos a poner alegres?». «Vamos a buscar», contestó Tomirepa. Y entregó al personal de Nenefi casabe, caguana, manicuera, ambil y coca. Colgaron el manguaré, lo tocaron e hicieron el primer baile, el baile de cabeza.